
Espejo

Cuento corto #18
Espejo
Te estoy mirando, Espejo. ¿Te pasa algo? Esa cara de desprecio no me gusta nada. ¿Podrías ser tan amable de regalarme una mirada tierna?
Para mí no mucho, pero para ti espejo, se nota que el tiempo ha pasado. Tus ojos se ven cansados, esos ojos que tantas veces busco. Las arrugas también vinieron a visitarte ¡Espejo estás creciendo!
Te tiendo la mano y tú me la tiendes a mí. Te miro con desdén y tú no puedes evitar hacer lo mismo. ¿Por qué eres tan reactivo, Espejo? ¿Acaso tus acciones no pasan por un proceso de reflexión? Lo digo porque tu accionar es instantáneo, simultáneo… implacable. ¿Será… Espejo.. que espero demasiado de ti?
Cuando te lastimo, me lastimas; cuando te acaricio, tú me acaricias. No me imites en todo, Espejo, no te conviene. Aunque he aprendido a quererme, confieso que…a veces se me olvida… y no me gustaría que tú tomes esos vicios.
De repente me cuesta mantener la mirada cuando nos vemos a los ojos. Tal vez porque me da vergüenza… No pude cumplir todas las promesas que te hice. ¿Y cómo podría hacerlo? Si fui yo quien te pidió consejo, pero solo escucho mi propia voz constantemente.
Te confieso además, Espejo… que veo en ti aquello de lo que yo carezco. Cómo me gustaría parecerme a ti. Eres tan sabio, tan dulce… ¿Será que tu bondad es infinita, Espejo? No haces reproches por mis acciones malvadas, ni escucho de ti palabras duras. Tampoco emites juicios cuando hago lo incorrecto. ¿Eres acaso, Espejo, una versión mejorada de mí?
Si no te veo, ¿acaso tú tampoco me ves? Me gustaría que siempre me mires, Espejo, que mis acciones te enorgullezcan. Que cuando llegue la noche, me acompañes con la mirada, porque en la oscuridad me resulta fácil perder tus ojos. Y cuando eso sucede, a veces las sombras se apoderan de mi atención.
Ahí fuera, mis problemas parecen de otro. Básicamente, tuyos. ¡Sería tan sencillo si pudieras salir a mi encuentro! Espejo, ¿puedo pasar un tiempo ahí donde tu estas, mientras tú vienes aquí? Me gustaría mucho hacer eso… solo para saber cómo actuarías en mi lugar.
Para mí, Espejo, eres como un maestro. Tu silencio es la respuesta a todas mis preguntas, tanto las más profundas como las más superficiales.
Espejo, ¿me muestras lo que me falta o lo que me sobra? Yo siempre pensando en estos temas, pero tú empecinado en sólo mostrarme la realidad, sin ocultar ni un milímetro. ¿Será que debo aprender a recibir ese regalo único y no esperar nada distinto?
Me dijeron que un vidriero experimentado no se deja tentar por el reflejo, solo evalúa el estado del vidrio y el reflectante. Verifica que no haya rayones, que el vidrio esté recto y que el reflectante esté libre de imperfecciones. Mi objetivo es otro. Quiero descubrir quién eres, encontrarte, incluso si tengo que buscar al otro lado. ¿Vendrías tú también a buscarme, Espejo? Me ilusiona pensar que sí.
Por fin… por fin puedo verte, Espejo. ¿Qué había estado haciendo todo este tiempo? ¿Cómo hasta ahora no te había mirado así? Siento que este es el momento, Espejo. Aquí voy. Ahí vienes tú. Tu sonrisa es mi luz verde, tus brazos abiertos son mi motivación. Hoy es el día que tanto estuvimos esperando.