
Caminantes

Cuento corto #18
Caminantes
El nivel de agua del lago ascendía y descendía consistentemente con cada luna. Hasta aquella luna que el agua bajó cuando todos esperaban que subiera. Y siguió bajando…
Desde que se asentaron tribus en la zona, se habían librado muchas batallas para conseguir un lugar a orillas del lago. A los victoriosos se los conocía como “costeños”. Y su contraparte, los asentados en lugares más distantes, eran los “caminantes”.
Desde hacía un tiempo, y hasta ese momento, la tranquilidad reinaba entre los habitantes de la ribera. Tanto costeños como caminantes llevaban una convivencia pacífica. Las zonas de uso, tanto terrestres como acuáticas, estaban claramente asignadas y delimitadas.
Pero con la continua bajante, el lago fue perdiendo su forma conocida.
Las áreas de pesca se fueron desdibujando, generando conflictos entre los pescadores.
Zonas costeras, antes en continuo contacto con el agua, se fueron convirtiendo en llanuras secas. Viendo la oportunidad, algunos caminantes decidieron asentarse temporalmente en estas nuevas tierras, provocando el enojo de los costeños.
Habían pasado ya tres lunas de bajantes, y la incertidumbre y la tensión de la población de la ribera crecía al mismo ritmo que mermaba la cantidad de agua del lago.
En una pequeña tribu caminante llamada Yuni, sus líderes solicitaron que todos sus miembros tuvieran las pertenencias listas para movilizarse al día siguiente. Muchos aldeanos se sintieron aliviados. Hacía días que veían pasar gente de tribus aún más alejadas dirigiéndose hacia el lago.
Apenas amaneció, todos estaban congregados y listos para partir. El nerviosismo general era palpable en el aire.
—Abuela… —habló con voz preocupada el jefe del almacén—, ¿a qué zona de la costa del lago nos dirigimos? Está muy tensa la situación… No contamos con muchos guerreros en la tribu. ¿Tendremos que luchar?
La anciana se tomó un momento para responder.
—El lago que tanto nos dio se está retirando —dijo con una sonrisa serena—. Toda esa preciosa agua está buscando un nuevo destino… ¡Y nosotros haremos lo mismo! ¡En marcha, que ella se nos adelantó pero en algún lugar nos está esperando!
Y así, los Yuni se aventuraron en dirección contraria al lago, a buscar nuevas tierras y nuevas aguas. En su camino se encontraban con las miradas de asombro de quienes aún se aferraban a la esperanza de llegar a un lago que, momento a momento, se iba desvaneciendo.